Ir al contenido principal

Cáncer.




Tú que te llevas a todos por delante sin previo aviso, haciéndolos agonizar hasta que uno de los dos desiste.

Según transcurre el tiempo, vas creciendo dentro de ellos hasta convertirte en ese monstruo que todos  tememos y no sabemos controlar.

Que tus víctimas favoritas son las personas fuertes, aquellas que no se dejan ganar tan fácilmente a ese pulso llamado vida; pero tú siempre sabes darles donde más débiles son, haciéndolos caer a plomo.

No nos conocemos frente a frente, o al menos, no aún, pero si algún día ocurriese, no me dejaré abatir.

¿A cuántos más piensas derribar?


Comentarios

Entradas populares de este blog

Suicidio.

Sentí el hálito caliente en mi cuello y cómo una hoja afilada lo recorría. Mis sentidos se alarmaron y comencé a correr notando las pisadas tras de mí. Corría, pero aquella sombra oscura no se separaba. De pronto, me alcanzó y me clavó aquel frío objeto. Caí desplomada al suelo y, con la fuerza que aún quedaba en mi cuerpo, me giré para descubrir su identidad... Lo hice .

Run.

Sus ojos verdes la miraban punzantes, la recorrían allá donde se movía. Su corazón se aceleraba cuando pensaba en la gota de sudor que caía por la espalda de ella, refrescándola y calentándola. Cada vez se acercaban más el uno al otro, el pulso se aceleraba. Sin más demora, se abalanzó sobre ella y comenzó a desgarrarle la piel, y con ella la carne que minutos antes servía para el placer del éxtasis. Los gritos de auxilio se mezclaban con los rugidos de gozo del otro. Quería correr pero la satisfacción que aquello le producía no le permitía mover ninguno de sus músculos si no era para acercarse más a él. Y allí, yacía con la mirada del otro clavada en lo más profundo de sí misma.

Bendita curiosidad.

Caminaba por aquel bello sendero sintiendo la brisa cálida que anunciaba la cercanía del verano. Un sonido me sacó de mi imaginación: los árboles comenzaron a hablarme. Yo, sin poder remediarlo, los escuché y seguí sus indicaciones. Tras unos minutos andando entre aquellos arbóreos charlatanes llegué a un sitio que nunca había visto antes. En silencio, me acerqué un poco y pude verla. Era bellísima. Ella, al escuchar mis pisadas se giró, y me miró. Yo me acerqué aún más y ella se fue aproximando a mí. Tomó mi mano y me arrastró con ella hacia la cascada. De vez en cuando, se giraba y me sonreía; yo aprovechaba ese momento para admirar sus facciones. No me podía gustar más. En la cascada, rodeó mi cuello y me besó. El tiempo se paró y disfruté de aquel momento, viviendo únicamente el presente, sin detenerme a pensar en lo que pasaría después de aquello. Bendita curiosidad.